
En vidas no muy remotas, la familia de mi madre estaba formada por criaturas submarinas.
Alguna sirenita traviesa, incluso, me ha acompañado en varias ocasiones. Partimos juntos pero al llegar al fondo marino se sumerge en los misterios del Gran Azul y desaparece. Se pierde entre cañones, se comunica con los peces y otras criaturas de cuevas submarinas.
Para mi hermana, Kety, compañera en las profundidades y en otros viajes de la vida, a veces difíciles, pero siempre compartidos.